domingo, 29 de abril de 2012

EL ROTUNDO FRACASO DEL LIBERALISMO ECONÓMICO

Treinta años después del comienzo de su implantación a nivel global, el liberalismo económico se ha quitado definitivamente la careta y muestra ya, sin ningún tipo de ambages, su auténtico y espectral rostro. Ya no queda la menor duda, hemos vuelto a la Edad Media. Y lo dicen, y sobre todo lo demuestran todos los días con sus actos, sus grandes valedores. Durante años nos han mentido descaradamente y de todas las formas posibles, pero ahora ya no es preciso, pueden decirlo y demostrarlo con toda naturalidad porque ¡Por fin! el mundo es suyo, lo controlan absolutamente todo y todos somos sus simples y miserables sicarios.
El tema arranca de la famosa sentencia de que al mercado no hay que regularle en absoluto porque ya se autoregula solo. Esta idea fue puesta en práctica de forma contundente por Reagan y Thatcher durante sus respectivos mandatos en los años 80, y a partir de ahí ha ido calando cada vez más hondo en la práctica política hasta llevarnos a la situación actual. Y ya hemos visto lo que pueden hacer y hacen los mercados cuando pueden hacer exactamente lo que quieran: Imponer la ley de la jungla, la ley del más fuerte y llevar a la ruina y por tanto a la opresión, no ya a ciudadanos que hubieran invertido equivocadamente, no ya a empresas con políticas económicas erróneas, sino a países enteros y realmente a continentes también completos, como estamos viendo, con sus cientos o miles de millones de seres humanos dentro. ¿Y qué culpa de ello tiene toda esa gente, ciudadanos anónimos que lo único que pretenden es vivir dignamente y sacar adelante a su familia? Ninguna, naturalmente. ¿Se equivocaron ellos o cometieron errores o delitos intolerables? Por supuesto que no. ¿Y qué hacen los políticos, todos los políticos, sean de derechas o de izquierdas? Primero lo promovieron o lo consintieron y ahora simplemente lo siguen promoviendo (los afines) o se callan (los opuestos), y ya se sabe, quién calla otorga. Y por encima de todo se apuntan al carro de los vencedores, ya puestos mejor estar del lado del ganador y sacar mi correspondiente tajada. Pero no solo eso, además tratan de aplicar todas las medidas draconianas de ajuste, teóricamente destinadas a salir del agujero, a esos mismos ciudadanos que no han hecho nada, mientras dejan continuar haciendo salvajadas a los que han llevado a esta situación. Y ya no es que tal actitud sea totalmente injusta, es que así es imposible salir del atolladero. Y a las pruebas me remito. Hoy en día los especuladores, los grandes bancos de inversión y las agencias de calificación dirigen la política invirtiendo a favor de la bancarrota de un país o pronosticando que va a la ruina (Previa inversión en ese sentido, obviamente). A continuación fijan y exigen la toma de una serie de medidas para salir del agujero, medidas que, aunque sean imposibles de cumplir, se ejecutan porque ningún país, solo, puede rebelarse frente a ellas, lo que le lleva inequívocamente al desastre económico y social, que es precisamente lo que les permite cumplir sus pronósticos y embolsarse ganancias ya no jugosas, sino sencillamente obscenas o mejor dicho auténticamente pornográficas. Todo ello consentido por los políticos, si es que no lo apoyan entusiásticamente (Véase Angela Merkel). Entre tanto las grandes compañías financieras, las grandes causantes del desastre, se aprovechan de las enormes ayudas económicas que se les conceden con el dinero de todos a un coste casi nulo, y vuelven a invertir esas cantidades en otros productos financieros  a un interés mucho más alto, lo que les permite aumentar cómodamente sus beneficios mientras siguen estrangulando el crédito a los ciudadanos que ponen el dinero que a ellos les llega. Los bancos y las grandes empresas mejoran sus resultados y sus directivos se suben el sueldo un 30 o un 50%, cobran bonus estratosféricos y se prejubilan con indemnizaciones de escándalo. Todo eso se publica diariamente en los grandes medios de comunicación financieros, junto a las noticias de la flexibilización de los despidos a coste ridículo, los ERE's de 2.000 o 3.000 trabajadores o la situación bochornosa del paro en general y del juvenil en particular. Y a nadie se le cae la cara de vergüenza. Al contrario, a esto le añadimos unas gotas de patrocinio (de famosos, eso sí), unas dosis de ética y responsabilidad corporativa y ya tenemos, además de todo el dinero que nos place, también prestigio social. Y nosotros mirándoles y admirándoles con la boca abierta, boca que podríamos perfectamente cerrar porque no tenemos nada que llevarnos a ella. El círculo se ha cerrado y estamos completamente atrapados en él. Sencillamente grandioso.

EL SR. DE GUINDOS SE CAE DE UN ALMENDRO

El ministro de Economía D. Luis de Guindos se cayó esta mañana de un almendro situado en el jardín de su residencia. Al parecer D. Luis se encarama todas las mañanas a un hermoso guindo también de su propiedad, desde el que atisba toda la actualidad económica que afecta a su Departamento, especialmente la de Alemania, y en el que toma todas sus decisiones políticas. Sin embargo hoy, y probablemente debido a la somnolencia clásica de un domingo, el Sr. de Guindos se subió por error a un almendro. Este, más pequeño y débil, no pudo soportar el peso del ministro que se estrelló contra el suelo.

Alertado el 112, varias ambulancias se desplazaron a su domicilio junto con decenas de periodistas de todo el mundo desplazados a Madrid. Los sanitarios reconocieron al ministro (a primera vista) y afortunadamente descartaron cualquier lesión de importancia. Aprovechando la circunstancia se improvisó una rueda de prensa durante la cual se le preguntó al ministro si tenía previsto caerse del guindo en algún momento, a lo que respondió con una negativa tajante: - Esto ha sido un accidente fortuito y no significa, en ningún caso, que me vaya a caer del guindo. En él me encuentro seguro y lleno de confianza en el futuro de este país-, aseguró con firmeza.